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martes, 9 de agosto de 2011
Maltrato Psicológico en contra de las Mujeres: un nuevo caso, habla la esposa de Francisco Maturana
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Proceso adecuado para el diagnóstico de la enfermedad de Alzheimer
La enfermedad de Alzheimer sólo se puede diagnosticar con absoluta certeza después de la muerte, cuando es posible examinar bajo el microscopio los tejidos cerebrales y se confirman los cambios característicos de la enfermedad. Sin embargo, en el 90% de los casos, un médico experimentado en el campo de la demencia puede realizar un diagnostico preciso, antes del fallecimiento del paciente, a través de la combinación de un examen neurológico y de pruebas de laboratorio. La enfermedad de Alzheimer es un trastorno progresivo y, al igual que sucede con muchas otras enfermedades, el diagnostico se hace mucho más evidente a medida que transcurre el tiempo y se van desarrollando un mayor número de signos y síntomas. Por tanto, puede ser bastante complicado diagnosticar la enfermedad de Alzheimer en sus primeros estadios –en los que la pérdida de memoria se constituye en la principal dificultad; sin embargo, el diagnostico se hace mucho más sencillo cuando pasa el tiempo y se manifiestan otros cambios cognitivos (Molloy & Caldwell, 2002).
En el caso en el que un paciente acude al médico con pérdida de memorias y trastornos mentales, lo primero que debe hacer el especialista es un análisis cuidadoso del historial del problema. Esto incluye la determinación de cuál es el problema con exactitud, durante cuanto tiempo se ha manifestado y cómo afecta al paciente y alas personas que le rodean. También es importante identificar detalles sobre las enfermedades anteriormente padecidas, las heridas sufridas y el historial familiar. La mayoría de las veces resulta fundamental la información que se obtiene de un miembro de la familia, puesto que muchas personas en la fase inicial del Alzheimer tienen perdidas significativas de memoria y tienen dificultades para entender y emitir algunos juicios (Molloy & Caldwell, 2002).
Todos los signos y síntomas del Alzheimer pueden ser consecuencia de la administración de una amplia variedad de fármacos; por esta razón, es esencial elaborar un detallado historial de los medicamentos que se han tomado – tanto los prescritos como los automedicados-, poniendo especial énfasis en los sedantes, los tranquilizantes, así como en las pastillas para dormir. Constituyen también datos fundamentales que se deben obtener en este momento los detalles respecto al posible abuso de sustancias, el tipo de educación recibida, la experiencia laboral, la exposición a sustancias químicas toxicas, el historial psiquiátrico y cualquier cambio reciente en el estado emocional del paciente o en los factores de estrés que pueda haber sufrido (Molloy & Caldwell, 2002).
El examen Físico
Después de que se haya elaborado el historial, normalmente el paciente se tiene que someter a un completo examen físico para descartar otras enfermedades que puedan constituir la causa del problema. Se presta especial atención al examen neurológico; aunque en la enfermedad de Alzheimer no existen signos diagnósticos neurológicos específicos, la rigidez de movimiento, la postura encorvada y algunos cambios sutiles en los reflejos puede dar la clave (Molloy & Caldwell, 2002).
El médico debe prestar atención al sentido del oído y a la vista. En los ancianos una mala audición o una visión deficiente suelen provocar, o empeorar la confusión y la desorientación, al mismo tiempo que disminuyen la concentración y la funcionalidad mental. Normalmente, en la enfermedad de Alzheimer el sentido del olfato disminuye o desaparece, pero en las personas mayores esto es habitual debido a otras causas (Molloy & Caldwell, 2002).
Evaluación de la función cerebral
El siguiente paso en el proceso diagnostico es el más importante y consiste en evaluar a través de la realización un test psicológico, el funcionamiento del cerebro. Se pide al paciente con ayuda del examinador, conteste unas preguntas y realice una serie de tareas sencillas, las cuales han sido cuidadosamente diseñadas para poner de manifiesto los problemas que puedan existir con el razonamiento, el razonamiento y el cálculo. El test más empleado para este fin es el Mini-examen estandarizado del estado mental (MEEEM). Es importante leerlo para constatar lo extremadamente anormales que puedan ser las respuestas de las personas que padecen Alzheimer. La mayoría de los adultos mayores no tienen problema en obtener la máxima puntuación; de hecho, los resultados que oscilan entre 26 y 30 puntos se consideran normales. Las puntuaciones comprendidas entre 18 y 26 muestran la existencia de algunos leves aunque significativos problemas mentales. Finalmente los resultados inferiores a 18 indican una pérdida de capacidad de razonamiento entre moderada y grave (Molloy & Caldwell, 2002).
Para diagnosticar depresión y otros problemas psiquiátricos se pueden efectuar otras pruebas psicológicas específicas adicionales, dado que los síntomas de estos trastornos pueden ser similares a los característicos de la enfermedad de Alzheimer (Molloy & Caldwell, 2002).
Análisis de laboratorio
Los análisis de sangre en el laboratorio también forman parte del proceso diagnóstico, pero debido a que la enfermedad de Alzheimer no existen análisis de sangre o indicadores específicos, estos análisis se hacen para descartar otras causas de los trastornos mentales y de la pérdida de la memoria.
Técnicas de imagen utilizadas para el diagnostico
Lo ideal para diagnosticar la enfermedad de Alzheimer es la observación del cerebro y en esto consiste la siguiente fase del proceso: intentar obtener una representación gráfica de la pérdida de neuronas y de otros cambios que caracterizan la enfermedad. Existen tres técnicas distintas (Molloy & Caldwell, 2002).
TC o TAC. A través de esta técnica es posible obtener una serie de fotografías de una secuencia de cortes cerebrales, de esta manera se elabora una imagen tridimensional del interior del cerebro. A menudo la TC en la enfermedad de Alzheimer muestra atrofia o encogimiento cerebral. Sin embargo, los cerebros de las personas mayores se suelen atrofiar a medida que envejecen, por lo cual el proceso de la pérdida de células cerebrales no constituye un diagnostico. Algunas técnicas de tomografía axial son tan precisas que con ellas se puede diagnosticar la enfermedad de Alzheimer con un alto grado de probabilidad examinando la pérdida de volumen áreas específicas del cerebro (Molloy & Caldwell, 2002).
Resonancia Magnética Nuclear. Esta técnica consiste en medir las minúsculas cargas energéticas que emiten los tejidos humanos al ser expuestos a un fuerte campo magnético. Con este método se obtiene un análisis más detallado de las estructuras cerebrales que con la tomografía axial computarizada (Molloy & Caldwell, 2002).
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