jueves, 4 de agosto de 2011

La hora 11 Guía para la acción en la penúltima hora






La hora 11 es un documental que busca despertar y movilizar la conciencia de los seres humanos frente a las consecuencias que tiene para el medio ambiente el comportamiento irresponsable del hombre desde que ha hecho del planeta tierra su hogar y lo ha convertido en su fuente directa de provisión de recursos. Este documental ofrece una mirada retrospectiva que evidencia algunas de las principales causas del deterioro al que el hombre ha llevado al ecosistema,  en contraste plantea algunas soluciones susceptibles de ser implementadas, que de ser aplicadas a tiempo podrían contrarrestar el avance del deterioro y la destrucción ambiental.

El documental conduce a la reflexión acerca de la complejidad del fenómeno de destrucción del planeta tierra. Los problemas ambientales no pueden ser entendidos de manera aislada, deben ser abordados y comprendidos desde una perspectiva global ya que surgen como consecuencia de múltiples factores que interactúan de modo permanente: el despilfarro de unas sociedades repercute directamente en la pobreza de otras y contribuye al deterioro ambiental general, el modelo de vida de gran cantidad de seres humanos supone el gasto de recursos naturales y energéticos cada vez más creciente e insostenible, las formas industriales de producción y consumo masivo suponen a mediano plazo la destrucción del planeta. Algunos efectos de la crisis ecológica ya son claramente perceptibles: aumento de las temperaturas, agujero en la capa de ozono, desertificación, acumulación de residuos radiactivos, inundaciones, sequías, aumento del efecto invernadero, contaminación de aguas y suelo, contaminación del aire, extensión de enfermedades como el cáncer o la malaria, insalubridad del agua dulce, inseguridad alimentaría, pérdida de biodiversidad y de espacios naturales, agotamiento de los recursos renovables y no renovables, entre otros. En síntesis, la destrucción y degradación de los ecosistemas ha incrementado las condiciones de vulnerabilidad de los seres humanos frente a los desastres naturales, y en la práctica está teniendo como consecuencia que los efectos del calentamiento global se multipliquen en gravedad y en frecuencia.

El hombre haciendo uso de sus facultades mentales, en especial, de la inteligencia, se ha dado a la tarea de progresar y mejorar sus condiciones de vida, en el proceso ha perdido los límites, saqueando y explotando la naturaleza de forma desmedida; este deseo desproporcionado por dominar todas las formas de vida posible ha sido envuelto por la falta de conciencia y de responsabilidad. El deseo por acaparar recursos deja como consecuencia un planeta que empieza a agonizar. Cabe entonces preguntar ¿cuánto tiempo podrá soportar el ecosistema los atropellos que los seres humanos realizamos en su contra? El dilema que se presenta ante nuestros ojos supera las experiencias que con el ambiente haya tenido cualquiera de las generaciones humanas que nos ha antecedido, la destrucción que se aproxima es inminente. De manera entonces que es absolutamente necesario que los seres humanos cambiemos nuestro proceder, porque al apartarnos de la naturaleza nos hemos convertido en seres ambiciosos y  faltos de escrúpulos; estamos en la obligación de reconciliarnos con la naturaleza, de reconocer nuestra falta de capacidad y aprender de las culturas a las que por años hemos segregado.  

Comunidades indígenas como las que habitan la Sierra Nevada De Santa Marta, conocen perfectamente el valor de la tierra y de la naturaleza, es una sociedad tan avanzada que ha logrado lo que nosotros no hemos podido hacer a pesar del exceso tecnológico e industrial, ellos respetan la naturaleza, conocen su valor, no se atreven a interferir en sus formas, su relación con la madre tierra tiene lugar en el marco del respeto y la responsabilidad. Es curioso que una minoría abiertamente excluida por el sistema capitalista conserve en el interior de su estructura sociocultural la capacidad y el interés de valorar la importancia del planeta tierra y puedan vivir en armonía con sus formas. Comunidades como esta, a las que la sociedad “moderna” abiertamente rechaza por lo obsoletas que pueden parecer sus prácticas están conformadas por personas mucho mas responsables y sensibles ante la fragilidad de la condición humana que tal vez muchos de quienes hacemos partes de la sociedad desarrollada.  

Si la destrucción del planeta se continúa perpetuando ninguno de los múltiples avances tecnológicos servirá para tratar de preservar la vida en el planeta tierra, la fuerza de la naturaleza supera la capacidad humana, ante su potestad somos criaturas insignificantes; de modo que es hora de que asumamos nuestra responsabilidad, es posible empezar por cosas pequeñas que en realidad se traduzcan en acciones significativas: la unión de hechos pequeños pueden cambiar el curso de la naturaleza.